El profesor
demuestra una operación tal como espera que el alumno la aprenda a realizar. Si
el proceso es complicado, la deberá separar en pequeñas unidades de
instrucción. Es muy importante cuidar que se presente un solo proceso (sin
desviaciones o alternativas) para evitar confusión en el estudiante.
Cómo se aplica:
Se presenta el
material.
Se enfatizan
los puntos clave y los detalles importantes.
Se solicita al
alumno que en el pizarrón o laboratorio realice la operación. El profesor
mientras tanto explica insistentemente al resto del grupo la secuencia en que
debe llevarse a cabo la operación.
El alumno debe
hacer tres repasos. El alumno realiza el proceso. En este repaso se estimula al
alumno a que intente hacer el proceso por sí mismo. No tiene que describirlo,
ya que el esfuerzo por encontrar palabras que describan sus acciones en esta
primera etapa de aprendizaje puede confundirlo. Mientras el alumno realiza el
trabajo el profesor permanece a su lado, listo para corregir en cualquier
momento. Es más efectivo prevenir los errores de inmediato, que corregirlos
cuando ya se han hecho.
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Tercer repaso:
Se confirma la comprensión del alumno. Esto se hace haciendo preguntas amplias.
Estas preguntas exigen respuestas específicas sobre puntos clave que han sido
cubiertos en la demostración.
Se continúa
hasta que el profesor está seguro de que el alumno ha comprendido. El intento
del alumno de realizar el proceso por sí mismo debe de continuarse hasta que ya
no necesite supervisión. Esto a veces implica cinco o más repasos.